sábado, 21 de noviembre de 2009

Jugando con Gastón a la visita

Era en invierno, siesta, silencio en el edificio, cuando siento que alguien golpea la puerta.

Pensé que se trataría de un niño que no alcanzaba tocar el timbre.

Abro la puerta, y efectivamente era Gastón, un niño de tres años, vecino del departamento de enfrente, que comenzaba a visitarme hace algunos días.

-Hola Gastón-le dije.

-Prepará mate y pochoclo-contestó.

Enseguida tomó posición en la cocina, su lugar preferido para lanzar su carrera automovilistica con tapas de cacerolas de ultima tecnológía,acomodandose en el volante y simulando ruido de motores con lo que encuentre a mano. Mientras preparaba el mate y estallaban los primeros pochoclos le pedí jugar a otra cosa mientras mateabamos.

-A qué - me contestó.

-A la visita, si te parece- le dije

-Entonces salgo de nuevo y, hago como que llego-sugirió.

Salgo a recibirlo con mucha sorpresa, le invito pasar y nuevamente nos ubicamos en el mismo lugar.

-Qué es de tu vida, Gastón- le pregunté.

-Acá trabajando mucho, lo que pasa es que tengo dos hijos, uno de tres o otro de cinco que van a la salita rosa y tengo que tener mucha plata para ellos. Entonces trabajo a la mañana de remisero y a la tarde de colectivero. Y siguió, Vos que hacés?

-Soy enfermera y trabajo en una clínica en la capital- le dije.

-Pero que hacés- volvió a preguntarme.

-Curo a los enfermos - le contesté.

Acá se entabló una discución: si curas a los enfermos, sos doctora, no sos enfermera.No pude hacerme entender.Para colmo agregó:

- por qué tenés que irte a la capital a trabajar, podés quedarte acá a curar a los chicos que se lastiman en la cancha.

Como queriendo esquivar la cuestión, aclaré:

-Al igual que vos yo tengo dos trabajos, los fines de semana trabajo en la capital y entre semana acá en casa coso ropitas para los niños, pero hoy estoy bastante enojada,porque me levanto a las seis de la mañana y tengo que esperar hasta las nueve para coser a máquina y, es que el sol no sale hasta esa hora, sin luz no puedo trabajar-

Me miró fijo, como si fuera una persona mayor y me dijo:

-Quedate tranquila, Aurelia, yo voy a hablar con el sol para que salga mas temprano, así comenzas a trabajar ni bien te levantás-

-Lo conoces al sol Gastón- pregunté.

-Sí, me dijo, todas las mañanas toma el remis para ir al trabajo.La semana pasada le cuidé la casa porque se fué de vacaciones con la luna a Mar del Plata-

Sorprendidisima por la novedad, le pedí

-Hagamos una cosa Gastón, porque no me llevás directamente a la casa del sol así hablo personalmente con él-

-No, no puedo llevarte a la casa del sol. La calle de su casa no tiene asfalto y no puedo entrar con el auto-.me aclaró.



Ese día, el juego terminó así, todas las veces que vino a jugar conmigo me llevé una sorpresa, es más, jamás pude sorprenderle en su ingenidad.

Mi conclusión: si quieres recrearte, (volver a crear) juega con los niños, crecerán juntos.
En este momento Gastón tiene 14 años.



















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Jugando con Gastón a la visita

viernes, 20 de noviembre de 2009

RUMBO AL TRABAJO CON ELISA

Era una madrugada fría y tormentosa, sentada en el último asiento del colectivo, le digo a Elisa
-si hubiéramos nacido pajaros, a esta hora estaríamos cantando para despertar a los demás animales, haríamos un concierto de canciones y lejos de nosotros esto de viajar tan temprano para trabajar.
Elisa me contestó:
Pero, igual después de cantar tendríamos que salir a buscar comidas, encima la tormenta podría llevar nuestros nidos.Y prosiguió, en ese sentido, creo que la naturaleza es bastante justa, todos los seres vivos tenemos que luchar para sobrevivir.
De golpe, como que se le cortó la inspiración, y agregó, ¿quién te mandó a estas horas hacerme filosofar, basta!! dejame dormir un rato.